Mesoenergía. Energía de Equilibrio e Intermedia

MesoEnergía (M.E.). Fundamento excepcional para definir y aprovechar la energía de equilibrio, media o intermedia que correlaciona y coordina las energías extremas universales y terrestres-naturales. Su esencia, estatus  y conformación física, permitiría comprender las formas y el desarrollo de la vida en planetas como HidroTerra. Por sus características y funciones extraordinarias, crea las condiciones necesarias e idóneas entre la TermoEnergía (calor y luz) y la CrioEnergía (frío y obscuridad), al establecer un intervalo óptimo entre la energía radioactiva estelar y la suprema energía súper-fría cósmica; que al relacionar y regularizar sus respectivas posiciones extremas, asegura el destino, trascendencia, evolución y reciclamiento de todo lo universal y lo  terrestre.

El hombre, al deducir y formular una serie de preceptos y teorías para tratar de visualizar y explicar el origen del Universo, cuando él mismo tiene menos de cuarenta mil años en su semblanza actual; y el cosmos, se presupone que apareció hace catorce mil millones de años, da una idea del significado inverosímil del tiempo, espacio e interrelación del hombre con el Universo (el tiempo como lo visualiza el Hombre No existe en el Universo Ni en la Naturaleza) Esto involucra una diversidad de planteamientos, postulados y contradicciones, donde lo fundamental consiste en afirmar que para el hombre el tiempo es concluyente y para el cosmos el tiempo resulta inexistente.

De modo que la energía que mantiene un intervalo de equilibrio, sin rebasar los límites de las fuerzas-energéticas rectoras, la CrioEnergía (C.E.) y la TermoEnergía (T.E.), sería la MesoEnergía (M.E.). Al reordenarse y reciclarse absolutamente todo en el Universo -la radiación cósmica de millones de estrellas se convierte en materia y el calentamiento terrestre en energía fría o templada por la función y acción de la C.E.- se deduce que el inmenso y esférico Universo ya no crece ni HidroTerra se torna más candente por la influencia humana. Esta situación convierte a la M.E. en una energía vital para sustentar cualquier modo de vida, conversión y manifestación energética y material.

Es decir, todo fenómeno puede considerarse un desequilibrio, que dependiendo de su magnitud es momentáneo, como acontece en HidroTerra -ciclones, sismos, erupciones, aumento o disminución de temperatura, variaciones de presión…-; o bien de prolongada manifestación, como ocurre con las perturbaciones cósmicas -desintegración o nacimiento estelar con sus respectivos planetas y satélites-. Un caso especial es el movimiento continental, que por su lento recorrido al noreste, sería un desequilibrio a largo plazo, hecho que a futuro cerrará los accesos del Mar Rojo y el Golfo Pérsico con el Océano Indico, como sucedió en el pasado al abrirse la comunicación de los mares Mármara y Negro con el Mediterráneo

Implica que la función y participación imprescindible de la M.E. se circunscribiría únicamente a planetas como HidroTerra, donde la distancia al Sol, la inclinación del eje de rotación (nutación), el fenómeno de precesión, el Astro Giro Vertical (cuarto movimiento cósmico) y el agua en estado líquido, hacen factible la vida. Al predominar una temperatura moderada y equilibrada permite deducir varias ventajas de la M.E., entre las que se mencionan:

I.    Por su concepto energético intermedio, compensa y regula las energías extremas universales, la T.E. y la C.E., que en HidroTerra tienen una presencia e interrelación bien definida: Radiación solar e interna (geotermia), así como en la corteza y en las zonas inferiores de la atmósfera.

II.   Crea las condiciones idóneas para conservar una temperatura promedio de 15º C, lo cual mantiene el agua líquida; el aire respirable; contribuye a regular, enfriar y reciclar el calor natural y artificial excedente, y evita que el sobrecalentamiento y el efecto invernadero comprometan la vida, al crear un escudo aéreo templado que controla los gases candentes y carbónicos.

III.  Con un intervalo de +60º C y -40º C establece las formas y condiciones de vida. Para el Hombre adquiere una función adicional especial, ya que dependiendo de su localización y hábitat, desarrolla mejor su capacidad, inteligencia e intuición. Generalmente en climas templados es donde la imaginación, concepción, comprensión y creatividad científica, tecnológica y artística se acrecientan. El calor dispersa y agobia; el frío concentra y motiva.

Cualquier perturbación natural, por complicada y extensa que sea, la M.E. la controla, regula, estabiliza y reequilibra sin dilación. Un huracán representa una clásica inestabilidad atmosférica. El reto sería propiciar que sus concentradas lluvias y vientos se distribuyan y aprovechen en beneficio No en destrucción.

Ponderar los conceptos y funciones de la M.E. en la evolución de HidroTerra y su invaluable presencia desde los orígenes de la vida -se estima que comenzaron hace 3 600 millones de años-, amplía un horizonte de investigación científica que conducirá al hombre a vislumbrar mejor todo fenómeno cósmico y natural.

Por tanto, la energía de equilibrio se traduce como un concepto y principio energético-material muy especial, a fin de apreciar, armonizar, comparar, revalorar, representar y decidir que clase, calidad y forma de vida es la más conveniente. De la sensibilidad y capacidad para reencontrarse el hombre con su ambiente y su destino; dependerá, si avanza a otras dimensiones o sucumbe por su intransigencia y confrontación con la naturaleza… Su inteligencia y visión lo guiarán por el camino que determine

Ahora bien, los ciclones son tormentas tropicales migratorias. Se originan en la cercanía de las calmas ecuatoriales -0º y 10º de latitudes norte y sur- y crecen alrededor de un centro de baja presión (ojo del huracán o centro del vórtice), cuando el aire cálido y saturado se eleva por la acción de masas de aire frío seco y denso. Al aumentar la absorción de agua marina y el movimiento centrípeto de los vientos, estas depresiones se desplazan e incrementan su tamaño, volumen y velocidad conforme se alejan del ecuador. Sus movimientos son parabólicos, excepto en el Atlántico Sur, donde por la cercanía entre Sudamérica y África y la inclinación terrestre, es la única región marina donde no ocurren ciclones.

De ahí que la magnitud de los daños provocados por los ciclones, quedan en función de la masa y orografía continental, su fecha (para los océanos Pacífico e Indico) y distancia a tierra (en el caso del océano Atlántico), la temperatura del agua marina, la separación entre las costas -en ocasiones los huracanes del Atlántico cruzan Centroamérica y el sureste de México, fenómeno que al combinarse con depresiones y lluvias torrenciales del Pacífico magnifica los daños y la devastación- y los sistemas de prevención para afrontar-aprovechar mejor estas anomalías e inestabilidades meteorológicas.

Significa, los movimientos atmosféricos, al producirse por el calentamiento diferencial que ejerce el sol, aunado a los movimientos de rotación, traslación e inclinación del eje terrestre -fenómenos que ocasionan las estaciones-, una mayor incidencia de la radiación sobre el ecuador y mínima en los polos, son el principio de toda perturbación atmosférica: a) Baja presión y alta temperatura: Ciclones tropicales; b) Alta presión y baja temperatura: Anticiclones, Masas Polares, Frentes Fríos; c) Baja presión y choque de masas de aire caliente y frío: Tornados; d) Masa fría envuelta en una masa caliente: Gota Fría; e) Vientos del oeste generados a latitudes medias y altas en la parte superior de la Troposfera: Corrientes Frías de Alta Velocidad o de Chorro, f) Corrientes de aire ecuatorial: Vientos alisios…

En situación especial se encuentran los vientos huracanados de más de 300 km/h que ocurren en el interior y en las costas del continente Antártico. Los vientos anticiclónicos que pasan el ecuador y continúan al polo sur, en ocasiones están sobresaturados de fría humedad que al descender sobre el continente, donde los vientos generalmente son tranquilos, el fenómeno de subsidencia origina torbellinos y rachas de fuerza excepcional. A pesar de que el ciclo hidrológico casi se nulifica en este continente -su precipitación es igual al desierto del Sahara- dispone el 75% del agua dulce mundial, hecho que convierte a tan inhóspita región en la reserva y el almacenamiento de agua dulce más importante del planeta.

La suprema expresión y presencia de la C.E. en el continente Antártico, resulta vital para regular y conservar el clima -temperatura y presión- y hacer viables desde su génesis y hasta la actualidad los modos de vida conocidos. Así las súper-frías, extensas y bien coordinadas temperaturas antárticas -subterránea, superficial y aérea-, crean las condiciones necesarias a partir del invierno hasta la primavera austral, a fin de que la gigantesca chimenea-extractor natural (hoyo de la capa de ozono) sobre el polo sur, aumente de manera importante su diámetro y puedan extraerse y reciclarse los gases de invernadero y el calor excedente -natural y artificial- para reciclarlo y devolverlo como M.E. a la Troposfera.

Por lo que las manifestaciones, perturbaciones y anomalías meteorológicas se suscitan -como todo en el Universo- por la interacción y coordinación de las energías supremas, complementadas por procesos propios, como lo sería en este caso específico la función primordial de la M.E. Ante esta perspectiva para aprovechar cualquier inestabilidad atmosférica y disminuir sus daños, de acuerdo al principio de que sus causas son un desequilibrio transitorio dentro de los intervalos de la M.E., es recomendable visualizar allende de las fronteras terrestres para entender y ampliar su función de reciclamiento:

  1. Las corrientes marinas se producen básicamente por la diferencia de temperatura del agua y los vientos dominantes sobre el mar. Este incesante e interdependiente movimiento, es fundamental para establecer un equilibrio térmico, transportar nutrientes y minerales por los océanos, aunado a que el agua marina se intercambie, recircule, evapore, condense, precipite, escurra e infiltre por el planeta.

  1. Las corrientes marinas frías podrían representar, además de su valioso poder energético e influencia climática, un enorme y eficaz catalizador, que sin modificar la esencia de las tormentas y ciclones tropicales, su concentrada fuerza se distribuya en frentes amplios, lo cual permitiría utilizar favorablemente en tierra sus abundantes lluvias al cubrirse superficies más extensas, internas y desérticas.

  1. El control y la transformación ciclónica consistiría en canalizar las corrientes de agua fría hacia las zonas de convergencia y calmas ecuatoriales, donde la temperatura del agua en los océanos Atlántico y Pacífico -entre los meses de mayo a noviembre- alcanza más de 30º C; característica térmica, que al combinarse con la subsidencia de masas polares y la posición de HidroTerra (verano y parte de otoño) generan el suficiente intercambio energético e hidrotermal para la formación de huracanes.

  1. Por supuesto que la intención no es manipular ni adecuar la naturaleza para alcanzar un propósito irreal. Sino imitar sus principios y acciones para prolongar el recorrido de las corrientes marinas frías más allá de las zonas de convergencia -con la profundidad la temperatura del agua marina se reduce, condición que definiría las dimensiones de las estructuras de canalización- por medio de instalaciones oceanográficas sencillas y eficientes, a fin de conservar sus características físicas y reducir algunos grados la temperatura del agua en las cercanías de las calmas ecuatoriales.

  1. Si estas conducciones funcionan y se consigue bajar la temperatura del agua de mar -por ejemplo de 30º C a 25º C- los parámetros de los huracanes, en particular sus vientos sostenidos y rachas, quizás disminuirían entre 85% y 60%. Asimismo, por el efecto de subsidencia de las masas de aire frío -actúan como un ciclo hidrológico invertido que envuelve y encierra al vapor caliente- propician que el gas húmedo se condense próximo al nivel del mar para formar sobrecargadas nubes de agua y electricidad, las cuales por la misma colisión y/o interrelación de las masas polares y ecuatoriales, los vórtices giran y se desplazan al aumentar la diferencia presión-temperatura de la periferia al centro de la tormenta.

  1. Es posible que el mismo fenómeno de interacción entre la C.E. y la T.E. se efectúe en el cosmos por el efecto de una inmensa subsidencia astronómica, donde la cubierta que ejerce la C.E. sobre todo sistema estelar se traduce en giros y movimientos espaciales (cúmulos de galaxias, hoyos negros…); con la diferencia de que el centro de las galaxias es un núcleo súper candente y el ojo del huracán es tranquilo por la función de la M.E.

  1. De ser así, la formación de un ciclón tropical se consideraría una repentina e imperfecta correlación entre la C.E. y la T.E., que cambia y concentra los ciclos hidrológicos térmico y criogénico en las inmediaciones de una estrecha franja (calmas ecuatoriales) y dispone del espacio y medio idóneo para su desarrollo (la máxima latitud de afectación directa queda a 30º norte y sur). Estas inestabilidades atmosféricas, tienen una duración a partir de su generación hasta su disipación alrededor de doce días, aunado a que toda la zona de influencia ciclónica sucede entre los 10º y 33º de latitud norte y sur.

También estas ampliadas hidrovías, contribuirían a transportar y remolcar iceberg a países o regiones con escasez de agua, con lo cual se aprovecharían esos enormes depósitos flotantes de agua dulce para distender futuros conflictos mundiales por el uso y control del agua y, que hoy, se licuan en el mar sin aportar beneficio alguno, más bien representan un riesgo para la navegación. La naturaleza ofrece en los glaciales de la Antártica y Groenlandia una importante reserva de agua fresca. Con ingenio y embarcaciones rápidas, los icebergs completarían la demanda de agua en zonas áridas y semiáridas. Entre las corrientes marinas que se aprovecharían en coparticipación con la naturaleza serían:

Océano Atlántico. Corriente Islas Canarias. Esta corriente que bordea las costas occidentales de la Península Ibérica y de África, tendría una destacada contribución en la principal zona de formación atlántica -oeste de Cabo Verde: Latitud 16º Norte y Longitud 26º Oeste-, lo cual permitiría reducir los daños en las Antillas, norte de Centroamérica, Golfo de México y Penínsulas de Yucatán y Florida. Por las características y el rumbo que siguen los huracanes en ésta región, todos penetran a tierra.

Un caso especial son las tormentas que se generan en el Mar Caribe, ya que por sus particularidades fisiográficas -confinamiento, ubicación geográfica- y las altas temperaturas del agua marina durante todo el año (aquí se origina la corriente cálida del Golfo, fundamental para mantener un clima templado en el Atlántico Norte), no existe la posibilidad de canalizar alguna corriente marina fría, hasta que por la deriva continental se modifique el estado actual y se alcance un equilibrio térmico; o bien, por la acción de masas de aire polar -según evolucione la conformación y el reacomodo terrestre-, fenómenos que influirían en templar las cálidas temperatura del agua del Mar Caribe.

Océano Pacífico. Corriente de California. Moviéndose al sur por la costa oeste de Norteamérica, permitiría reducir la temperatura del agua marina, en especial del equinoccio de otoño al final de la temporada ciclónica. Es decir, el recorrido de las tormentas tropicales, desde su inicio y hasta la primera quincena de septiembre, tienen un trayecto general por el Pacífico Norte a mar abierto. Por consiguiente, el propósito es que las cálidas aguas de la contracorriente ecuatorial con rumbo a la zona de interacción y convergencia del Golfo de Tehuantepec-México, abatan su temperatura en 5º C o más por la acción de las frías aguas que se derivarían de la corriente de California y lograr así, que los poderosos ciclones del Pacífico, los cuales afectan y devastan amplias regiones del occidente de México -a partir de la segunda quincena de septiembre penetran a tierra-, moderen su fuerza.

Respecto al Pacífico Sur -la época de tifones en esta región austral es de diciembre a abril- las corrientes frías del Perú y La Niña al combinarse con los vientos alisios que influyen ampliamente en el clima regional y en la cuenca del Pacífico, podrían contribuir a contraer la temperatura de la corriente ecuatorial del sur para evitar que los fuertes vientos y lluvias ciclónicas que afectan a los archipiélagos del Pacífico Sur y el norte de Australia aminoren su poder En el Pacífico Occidental y Noroeste, las cálidas aguas de las corrientes ecuatorial norte y Kuroshio, aunado a la distante influencia de la corriente de agua fría Oyashio (arriba de los 40º de latitud norte) incluiría acciones importantes para derivar y canalizar esta corriente y atenuar así, la fuerza devastadora de los tifones que afectan las Islas Filipinas y las costas sur-orientales de China y Japón.

Al comprender cómo la naturaleza forma, acrecienta, mueve y disipa las tormentas tropicales, que según su origen, ubicación geográfica y transformación se denominan huracán en el océano Atlántico, ciclón en el océano Pacífico o tifón en los océanos Índico y Pacífico oriental, sería posible reducir, distribuir y utilizar mejor su destructora y concentrada potencia, mediante acciones bien definidas y estructuras oceanográficas que alarguen el recorrido de las corrientes frías provenientes de los polos hacia las calmas ecuatoriales, zonas donde se ubican las húmedas selvas del mundo -Amazonas, Congo, Indochina-, las cuales reproducen su propio ciclo hidrológico.

La ampliada correlación entre las energías extremas C.E. y T.E. para coadyuvar a establecer el equilibrio e intervalo térmico natural (M.E.), reduciría pérdidas humanas y los cuantiosos daños materiales, que estas inestabilidades atmosféricas a partir de mayo y hasta noviembre, provocan en varios países comprendidos entre las latitudes 30º norte y sur del Atlántico Norte, Pacifico Sur y Pacifico Norte.

Asimismo podrían instalarse, donde las condiciones oceanográficas lo faciliten: velocidad del agua, profundidad… Frentes Hidrocinéticos Frias Marinos (F.H.C..m) de alta producción para obtener electricidad limpia y renovable que se transmitiría a tierra por medio de cables submarinos o bien de manera inalámbrica (Transmisión de Electricidad Sin Infraestructura Convencional: T.E.S.I.C.), utilizando las ventajas conductoras de la corteza oceánica. De esta manera, las instalaciones y equipos de canalización (embarcaciones, boyas, pantallas, mallas), extenderían sus funciones -generación de energía eléctrica, ricas zonas de pesca-, redundando en mayor rentabilidad de las inversiones, que se sumarían a los importantes beneficios de regulación y control ciclónico.

Otra manifestación preponderante de la M.E. es en la corteza donde se desarrolla la vida -humana, animal y vegetal-. Las características físico-químicas de la corteza -fría, dura y rocosa- reafirman que la C.E. es la energía suprema universal, al facilitar esa delgada capa de 80 km de espesor -en comparación con la masa terrestre-, los cambios y ajustes necesarios para alcanzar el estado de equilibrio, perfección y contacto óptimos entre las placas tectónicas y los estratos del interior de HidroTerra.

Los movimientos de las placas terrestres y oceánicas, al propiciar la deriva y el deslizamiento de los continentes (excepto la Antártica que permanece fija) se libera ingente energía endógena en las zonas de fricción -fenómeno que se presenta cuando una de las placas se obstruye por alguna protuberancia-, lo cual provoca sismos que causan cuantiosos daños. De modo que este fenómeno también puede considerarse una imperfección natural, cuando hace más de 600 millones de años la masa terrestre era un solo súper-continente (Panguea: su división se inició hace 200 millones años) de características orográficas muy distintas a los actuales seis continentes.

Con base a esta perspectiva, las erupciones volcánicas prevalecientes son las últimas evidencias de que está próximo un periodo de total estabilidad -similar a la tendencia y corrección atmosférica-. Al no existir el tiempo en la Naturaleza y el Universo, las esporádicas emisiones volcánicas con su material incandescente, tienen mínima presencia en la creación o ampliación de la litosfera, no así para el hombre por su concepción del tiempo, donde la magnitud de los sismos (terrestres y marinos) tienen consecuencias devastadoras e inclusive comprometen su hábitat por las grandes emisiones de gases, cenizas, la evaporación y contaminación de agua subterránea.

Aunque en la naturaleza todo tiene una proporción, relación y equilibrio, los fenómenos de subducción en la litosfera -en la atmósfera lo equivalente sería la subsidencia; sólo que en un medio gaseoso los movimientos son muy rápidos- no se pueden alterar con la intervención del hombre, debido a la perfecta y enorme sincronización de deslizamientos entre las capas submarinas y continentales con sus eventuales obstrucciones-detenciones traducidas en maremotos y terremotos. De ahí que el límite de este proceso, será cuando las placas superficial y oceánica logren su acomodo ideal, pues no se deslizarán indefinidamente por las condiciones del interior de HidroTerra.

En este impasse de subducción -movimiento natural-, la única posibilidad reside en una amplia y bien definida red sismológica mundial (satelital y terrestre) que funcione con seguridad, veracidad y sencillez para predecir movimientos telúricos. Como aconteció con el pronóstico del tiempo una vez que los satélites meteorológicos participaron; y en la actualidad, puede anticiparse con varios días el clima mundial y la región que será afectada por algún fenómeno meteorológico extraordinario.

Implica que la subducción tectónica, define el reacomodo óptimo entre las plataformas submarinas y continentales; procedimiento, que por sus características físico-energéticas se efectúa a velocidad imperceptible, el cual al avanzar hacia su convergencia final (en las proximidades del anillo aislante que define el límite inferior de la corteza y la separa del Manto Superior, disminuirán los obstáculos e irregularidades), la intensidad y magnitud sísmica sucesivamente desaparecerán, tanto por la eliminación de las detenciones y las alteraciones en el interior de la litosfera, como por el equilibrio térmico-energético endógeno que hace posible este deslizamiento.

En consecuencia, los movimientos tectónicos (subducción) y atmosféricos (subsidencia) están, como todo en la naturaleza, plenamente relacionados; sólo que en la corteza son sumamente lentos y las masas polares demasiado veloces. Las zonas de máxima interacción y subducción se presenta en todo el litoral del océano Pacífico -excepto en las costas orientales del continente asiático y Australia-, desde la península Kamchatka hasta Nueva Zelanda y de las Islas Aleutianas al Cabo de Hornos, así como del Mar Mediterráneo a las costas del norte y oriente del océano Indico, pasando por la región Mesopotámica, la cordillera Himalaya e internándose al mar por la Bahía de Bengala.

El uso conceptual y práctico de las tres energías básicas que interactúan en HidroTerra, estaría entre las latitudes 60º norte y 60º sur, franja donde se concentran los terremotos. Esto requiere actualizar y ampliar los procedimientos vigentes con los fundamentos de las energías C.E., T.E. y M.E., a fin de que la humanidad tenga mejores posibilidades de afrontar los sismos. Desde luego este lapso es impredecible, pero el proceso de subducción y deriva continental al ser continúo y con tendencia a uniformizarse (el ajuste y el deslizamiento entre las placas submarina y superficial, hará que las fallas y fracturas en la litosfera sean cada vez menos activas) se traducirá en disminuir el dinamismo sísmico.

Con relación a las aplicaciones energéticas, el aspecto central radica en el aprovechamiento de la energía tradicional geotérmica e innovadora volcánica, que por sus características específicas (accesibilidad, profundidad) su uso queda definido a las zonas de mayor presencia geotérmica, volcánica  y convergencia tectónica.

A continuación se expone lo primordial de la energía intermedia M.E. y su relación con las energías C.E. y T.E.:

Concepto                         MesoEnergía              CrioEnergía                TermoEnergía

Aplicaciones 3                Actividad Humana            Similar a la T.E.             Todo Uso y Conversión Actual

Aprovechamiento          Atmósfera y Litosfera       Energía del Futuro         Combustibles Fósiles, Nucleares

Características              Temperatura Óptima         Fría y Obscura               Candente y Brillante

Ciclo Energético             Perfeccionamiento            Sin Pérdidas                   Calor y Luz Residual

Economía                      Cualquier Actividad           Alta Rentabilidad            Hegemonía, Especulación.

Estatus                         Equilibrio Terrestre           Suprema Universal         Fuerzas Internas

Función                         Desarrollo de la Vida        Control Energético          Radiación Cósmica

Impacto Ambiental        Recirculación Integral       De Mínimo a Nulo           Contaminación Diversa

Investigación                Fenómenos Naturales       Promoción Científica       Muy Avanzada

Presencia 2                   En toda HidroTerra           Espacio, Atmósfera…      Estrellas, Endógena…

Temperatura 1              Intermedia                       Súper Fría                      Súper Caliente

Transformación             Permanencia Natural        Ciclo Cerrado                 Consumo de Materia y Energía

1 La M.E. varía de -40º C a +60º C. Estas temperaturas extremas son el límite para el desarrollo de la vida en HidroTerra. En regiones congeladas o muy candentes, la estancia humana es casi imposible.

2 La M.E. ocupa la mayor superficie terrestre. Las excepciones son la Antártica, el interior de Groenlandia y los candentes desiertos. La C.E. y la T.E. tienen presencia en todo el Universo.

3 Ante los procesos naturales de perfección, la M.E. coparticiparía en aminorar los severos efectos sísmicos y ciclónicos. La T.E. está presente en toda actividad humana. La C.E. será la energía básica del futuro

La máxima expresión y coordinación de las energías C.E., T.E. y M.E. se evidencia en el agua, que por sus características, composición y funciones, la convierten en la única sustancia que combina con toda exactitud, perfección e integridad los fundamentos universales de energía y materia. Así, al ser el concepto clave para la vida terrestre y representar el objetivo para futuras colonizaciones espaciales -en particular su disponibilidad en estado líquido-, sus dos elementos que la forman -una parte de Oxígeno por dos partes de Hidrógeno- son la esencia central de todo proceso, combustión y conversión energética-material.

Imaginar la correcta interdependencia de las energías presentes en HidroTerra y su conjunción plena para sustentar la vida, ratifica el hecho de que su presencia universal no corresponde a un origen fortuito ni predeterminado por una evolución material o estallido energético, sino a un proyecto de origen criogénico y diseño irrepetible que se concreta ampliamente en HidroTerra y avanza a su perfección absoluta.

Decir que el cosmos y todo su contenido surgieron hace miles de millones de años y que la distancia entre sistemas y cuerpos astronómicos están a decenios, cientos, miles o millones de años luz de HidroTerra se infiere que los conceptos tiempo y espacio en el Universo no existen y sólo simbolizan un método para definir, delimitar, comparar y proyectar la materia y la energía en la mente e imaginación del hombre

Al valorar la función suprema de la C.E. en la existencia y trascendencia universal y terrestre con su conjunción y relación con la T.E. para equilibrar sus opuestas manifestaciones, convierten a la M.E. en la energía vital y fundamental de HidroTerra, así como de otros planetas similares. Los usos prácticos de esta energía de equilibrio son todas las formas de vida, la conservación y el reciclamiento de los recursos y riquezas naturales.

Sin duda, las corrientes marinas frías por sus conceptos y funciones, son una excelente alternativa para disminuir el poder destructivo de los vientos y lluvias ciclónicas. Al prolongar su recorrido mediante estructuras marinas especiales de conducción, su inducido impacto en las zonas termo-criogénicas de convergencia se traduciría en perturbaciones atmosféricas menos devastadoras.

Respecto a los terremotos, que se generan en zonas de subducción y actividad volcánica cada vez más definidas, se podrían predecir con horas y hasta con días de anticipación. Esto sería factible por la uniformidad y estabilidad de los movimientos tectónicos y la oportuna información sismológica terrestre y satelital.

Ante este renovado y promisorio horizonte de convivencia, desarrollo y coparticipación natural, la humanidad tendría amplias posibilidades de trascender a niveles superiores… Si el hombre es el espejo de Dios, la proyección de su imagen más allá de HidroTerra debe ser su máxima aspiración para acceder a otros mundos u optimizar su estancia y progreso terrestre.

México, D.F. Enero de MMVI

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