¿Ocaso de la Humanidad?… Sodoma y Gomorra Mundial.

Cualquier acción, proceso, tergiversación, modificación, conspiración, alteración, depredación ejercida por el hombre contra las leyes que rigen el Universo y la Naturaleza, en principio y ocasionalmente pueden resultar favorables, aleccionadoras e inclusive propicias para desarrollar programas y propuestas de supuesto mejoramiento y perfeccionamiento de las relaciones interhumanas, de progreso multinacional, de ampliación de modos de avenencia y tolerancia social, pero sus consecuencias siempre se revertirán en detrimento y retroceso.

Los cambios y modismos humanos, conjuntados al abuso, el derroche y la corrupción, llevan a un estado de indefinición, confrontación e inclusive colapso. Desde tiempos bíblicos, varios pueblos desaparecieron por exacerbar causas morales, bélicas, violencia, libertinaje, halos de grandeza y superioridad. Ejemplos como Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim ciudades de la otrora Pentápolis (hoy Palestina) que se situaban a orillas del Mar Muerto (depresión a 418 metros bajo el nivel del mar) fueron arrasadas por anunciados cataclismos (sismos y erupciones volcánicas). Este suceso histórico de hace cuatro mil años y corroborado por investigaciones científicas, se aduce y circunscribe a la perversión, decadencia y degradación de sus antiguos habitantes. Algo  similar ocurrió con la Atlántida (citada por Platón) al ser destruida miles de años antes por severos fenómenos-acomodamientos geológicos.

Es decir, conforme avanzan las civilizaciones, culturas, sociedades y requieren diversificar sus status, hábitats y formas de vida, los conflictos por el control, aprovechamiento, transformación y negociación de las riquezas naturales se acrecientan, derivándose controversia que se complican por la pérdida de valores, normas y conductas comunitarias y personales, donde la ociosidad y disgregación social-familiar; la unión marital de humanos del mismo sexo; la producción, tráfico y consumo de enervantes; la comercialización, inquisición y pederastia religiosa; la subversión, terrorismo y crímenes generalizados; la transgresión de conceptos éticos… aumentan y se justifican como distinción, homologación e igualdad de sociedades desarrolladas, cuyos objetivos de poder e imposición en aras de modernidad, junto con idolatría y acaparamiento monetario, sustituyen mandatos supremos.

Estos lineamientos impuestos desde épocas bíblicas por pueblos que se consideran elegidos y administradores del planeta, se recrudecieron a partir de la era cristiana y fueron expandiéndose a través de los siglos por grupos y organizaciones -visibles e invisibles- de alto control intelectual, manipulación y económico. Con todo un plan de amplia difusión y convencimiento de comportamientos y actitudes regresivas y de apariencia democrática, aunado a un uso intensivo e incontrolado de los recursos terrestres -agua, energía, tierra, bosques, selvas, minerales…- el hombre compromete de manera peligrosa e irreversible su permanencia, trascendencia y armonía.
 
Tener como referencia esos hechos pasados y la persistencia a transgredir y subvertir los preceptos universales por pueblos y sociedades que se consideran superiores y próceres para tratar de mantener su hegemonía y dominio ancestral, permiten visualizar un destino confuso y poco halagador.

Además, la implementación de teorías económicas mercantilistas, que otorgan preferencia al dinero y únicamente valor comercial a los estratégicos recursos naturales, en lugar de aquilatarlos en su plena dimensión y esencia energética-material para alcanzar un correcto, equilibrado y creciente progreso mundial, conducen a la humanidad a un empobrecimiento ético, intelectual y creativo.

De ninguna manera son prognosis desastrosas. El quebranto de las leyes naturales se traduce sucesivamente en decadencia, a pesar de los sorprendentes avances científicos-tecnológicos, que bien podrían aplicarse para transportar al hombre a elevadas formas de vida y garantizar su universalidad.

En la actualidad los argumentos, motivos, comparaciones, justificaciones, adecuaciones que con insistencia se reiteran y divulgan por múltiples medios de comunicación, con la intención de convencer, conducir y organizar a los países y la comunidad internacional para instaurar e interiorizar estas directrices, que en teoría acreditan, prueban y fomentan criterios y normas de supuesta modernidad y de elevados estados de relaciones humanas, sólo generan quimeras, pues al expandirse modus vivendi incompatibles con orígenes y fundamentos connaturales, agravadas por la distorsión de valores como la libertad y la comunicación, el futuro mundial se obscurece.

Imaginar que el tiempo no existe en el Universo y en la Naturaleza y que la presencia humana es de tan sólo el 12% respecto al giro completo de la Tierra sobre su eje horizontal (movimiento intitulado Astro Giro Vertical: http://www.blog.friasgroup.com/ con ciclo aproximado de 25 millones de años), hace imprescindible revisar, proyectar y rectificar la interdependencia de la humanidad con lo terrestre. La Tierra, al ser su única casa en el vasto e inconmensurable espacio, aunado a que el tiempo como el hombre lo conceptúa resulta decisivo para su sobrevivencia y trascendencia, tornan prioritario ordenar sus relaciones interpersonales, internacionales e inter-sociales. De manera simultánea, debe optimizar el uso, conversión, consumo y reciclamiento de los recursos energéticos-materiales para asegurar su estancia bajo previsibles y cambiantes condiciones meteorológicas.

Si en el pasado sucumbieron ciudades y pueblos por anunciados fenómenos naturales y a futuro por previsibles desplazamientos astronómicos; sin dilación, la humanidad debe aprender a ponderar, integrar y valorar lecciones, errores y  experiencias a fin de garantizar su permanencia. Acontecimientos como la Atlántida, Pentápolis y el derrumbe-desintegración de poderosos imperios son parecidos -pero globalizados- a los que agobian al mundo.

Desde luego, la desmedida ambición política-económica de aquellos pueblos y países que se constituyen como jueces, ideólogos y propietarios de la humanidad, agravan la convivencia internacional. De ahí que el imperceptible e inacabable movimiento vertical (sus efectos ya comenzaron a limitar formas de vida conocidas), requiere preeminencia frente a temas reiterativos de perversión, estupefacientes, trata de personas, igualdad de géneros, vicios, pornografía, intimidación, manipulación de derechos humanos, laborales, ambientales, teorías económicas monetaristas… para afrontar con sabiduría esta inevitable evolución hidrometeorológica.

Significa, por el intenso calentamiento que afectará al planeta -sólo como referencia con las estaciones actuales, la Tierra abandona el invierno y entra a la primavera astronómica- se magnificarán perturbaciones e inestabilidades atmosféricas: ciclones y anticiclones de grandes dimensiones; prolongados periodos de sequía; extensas lluvias e inundaciones; frecuentes incendios forestales; modificación de ciclos climático, así como la gradual desaparición de especies animales y vegetales. Implica, el hombre al surgir durante la última era glaciar y evolucionar en ámbitos benignos, impide diferir acciones y planteamiento integrales de amplia visión y largo alcance para solucionar con inteligencia, cooperación y coordinación las futuras y versátiles contingencias ambientales.

Reflexionar que el vasto cosmos no se forma con dinero ni contiene transfiguraciones o tergiversaciones éticas, donde la evolución energética-material representa su esencia y existencia, compromete al hombre -como su plena imagen interna y externa- a no continuar desafiando las leyes universales.

Si el Universo es energía en su máxima expresión y la Naturaleza es materia en perfecta concepción-dimensión, los conocimientos, innovaciones y aportaciones de la humanidad tienen que proyectarse por todo el firmamento y relegar políticas contradictorias y opuestas a su superación y trascendencia. La misión es conquistar niveles supremos de sabiduría, inteligencia y creatividad.

Sin duda coexisten muchos planetas habitables; pero conocidos y asequibles solamente uno: La Tierra.

México, D.F. Agosto de 2010


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